EL MUNDO DE AZCÁRATE

• Lisboa, mitad añeja mitad romántica, sigue siendo una de las ciudades referentes en Europa.

La revolución de 1974 anunció el comienzo del resurgimiento de Portugal como una democracia plena en el escenario mundial. Los problemas de partida de la década de 1970 y principios de la de 1980 desaparecieron con la entrada del país en la Comunidad Europea en 1986, un paso que supuso un crecimiento económico sin precedentes a todos los niveles. La autoestima lisboeta se disparó con el gran éxito de la EXPO 98, los problemas de las últimas colonias quedaron olvidados y se hizo frente a la inflación, la mortalidad infantil y el analfabetismo con resultados cada vez más esperanzadores.

Llego el 2000 y el euro reemplazó el escudo como moneda nacional y en 2004 la Eurocopa de fútbol atrajo a los turistas a todos los rincones del país. Ahora en crisis, los portugueses afrontan los problemas con optimismo.

Lisboa, asentada sobre colinas con vistas al hermoso río Tajo, es una de las capitales europeas más cautivadoras. Es una magnífica mezcla de lo antiguo y lo nuevo, de calles empedradas y empinadas, recorridas por tranvías cargados de historia y vías de funiculares, flanqueadas por tiendas y cafeterías tradicionales...Llena de agradables contrastes pero también con su propio carácter, como por ejemplo podemos comprobar en las angostas calles del barrio histórico de Alfama, la elegancia de la Baixa, su esplendoroso castillo y sus decenas de iglesias como testigos de su historia.

• Por Alfama y Chaido siempre hay un ambiente callejero muy bohemio.

A Lisboa hay que llegar cruzando el Tajo. Para comprender mejor la fisonomía de la ciudad es imprescindible atravesar por carretera uno de sus dos puentes: el Puente 25 de Abril, denominado así en homenaje a la fecha de la Revolución de los Claveles, y el Vasco da Gama. El primero es una imponente construcción de acero de casi 2 kilómetros y uno de los iconos de la ciudad. Los habituales atascos derivaron en la construcción del Puente Vasco da Gama, de 17 kilómetros, que atraviesa el río de Montijo a Sacavém, muy cerca del Parque das Nações. 

No hay que olvidarse del tranvía 28, el más turístico. Abarrotado, con asientos de madera y de color amarillo y blanco sube al Castillo de São Jorge, que ofrece una de las vistas más bellas de la ciudad.

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• Típica postal de Lisboa desde el Castillo de San Jorge.

Turno de Alfama, el barrio rompepiernas (7 colinas, al igual que Roma pero sin fanfarronear tanto...) que sobrevivió al terremoto de 1755, es considerado la cuna del fado y sus laberínticas calles se llenan de turistas que pasean con la lengua fuera por sus estrechos callejones en cuesta, bajo la ropa tendida de las casas. La terracita del mirador de Alfama es una delicia al atardecer.
Durante el dominio árabe, esta fue la zona más importante de la ciudad y así continuó durante los primeros años del dominio cristiano, pero una sucesión de temblores de tierra obligó a la nobleza a marcharse, dejando intacto el carácter árabe del barrio. Hoy en día sigue siendo un animado barrio trabajador aunque los jovenes comienzan a instalarse en los áticos de los alrededores.

Las calles plazas y casas de Baixa, el barrio más céntrico de Lisboa, reconstruídas tras el gran terremoto, son un magnífico ejemplo de proyecto urbanístico del siglo XVIII. La Praça do Comercio, seguramente la más fotogénica y más exclusiva, finaliza en la parte sur de Rua Augusta cruzando el Arco Triunfal donde se visualiza un enorme espacio lleno de coquetas terrazas con salida al mar.

Quiero mencionar en este espacio un recorrido milimétrico nocturno por el Barrio Alto de un compañero y amigo bloguero, Sele, el cual describió muy bien una ruta literario basada en diferentes relatos del archiconocido escritor portugués Fernando Pessoa, no tiene desperdicio: Ruta por la Lisboa más auténtica.

El Bairro Alto equivale a la Lisboa más viva, la del ambiente joven y el ocio nocturno. Un sinfín de bares de copas y restaurantes se suceden por las callejuelas del Chiado, que tienen como punto de encuentro la Praça Luís de Camões. Si el fado nació en Alfama, el Bairro Alto es su casa y multitud de locales ofrecen espectáculos especialmente pensados para los turistas. El Chiado y el Barrio Alto forman el cogollo de la Lisboa más culta, bonita, refinada y de diseño, mestiza y sofisticada; allí conviven la ropa tendida, los locales de moda y las sombras de literatos como Queiroz o Pessoa.

El castelo de Sao Jorge, ahora sí me explayo un poco más, fue durante mucho tiempo una fortaleza defensiva. Existía aquí un fuerte incluso antes de la llegada de los romanos en el año 138 A.C. Construyeron una ciudadela en el lugar del castillo actual, desde el que la ciudad romana se extendió colina abajo. Los árabes erigieron un castillo sobre la antigua fortificación, el castillo que todavía hoy sigue en pie. Los Reyes de Portugal residieron aquí de 1279 a 1511, y solo se trasladaron tras la construcción del Palácio de Ribeira. Desde aquí arriba se aprecia a vista de pájaro la hermosura de Lisboa.

• 3 íconos de la bella ciudad portuguesa: El tranvía, la iglesia de Santa Engracia y el arte callejero de sus calles.

Fundada en 1150, la catedral lisboeta, con aspecto de fortaleza, ha recuperado su apariencia medieval al haberse eliminado muchos elementos añadidos en su restauración.

Los Pasteis de Belén representan la mejor manera de saborear Lisboa, no hay más que llegar al barrio de Belém con el tranvía 15 ,mucho más moderno que el 28, que circula en paralelo al río. El barrio de Belém se encuentra a 6 kmts al oeste del centro de Lisboa y tiene lo necesario como para mantener al turista entretenido durante todo el día.
Históricamente Belém fue un asentamiento marítimo ubicado sobre el río, se denominaba Restelo pero Manuel I decidió cambiarle de nombre a principios del siglo XVI cuando el barrio era sinónimo de exploración marítima. Durante esta época se construyó el famoso Monasterio para agradecer el éxito de la travesía de Da Gama.
Ya durante la periódo de Salazar, se renovó el muelle y se ubicaron varios estanques y jardines delante de este monumental monasterio y, por lo tanto, dejo de estar tan abandonado.

• Deliciosos pasteles de Belém.

Sus monumentos y museos se reparten por una zona bastante amplia junto al Tajo, con vistas del río y muchos paseos amplios, jardines y fuentes. El viajero se percata de su entrada en el barrio en cuanto ve, con fascinación, la fachada del Monasterio de los Jerónimos. Casi es pecado cometer el descuido de no comprar una cajita de los populares pasteles de Belém, una de las joyas de Lisboa, en cualquiera de las tiendas cercanas al templo.

Los fines de semana suele estar a tope. O sea que si vais, ya podéis madrugar.

• Monasterio de los Jeronimos, lugar más visitado de Lisboa.

Llegado el momento de la despedida, qué mejor manera que salir de Lisboa conduciendo por el puente 25 de abril hacia la otra orilla del río, donde el monumento a Cristo Rei, una réplica del Corcovado de Río de Janeiro, parece decir adiós a la decadente ciudad de la luz, de la que el visitante ya no podrá olvidarse.

Para aquellos interesados en visitar la capital portuguesa durante esta época del año, os recomiendo: Distintas formas de conocer Lisboa.

Lisboa es una ciudad que enamora. Su trazado de barrios y plazas está marcado por sus particularidades topográficas y geográficas: la ciudad se construye entre siete colinas y la desembocadura del río Tajo. La planta geométrica y rectilínea de las calles entre las plazas del Rossio y del Comercio, y sus calles paralelas, construyen la baixa comercial, en la que conviven pequeñas tiendas tradicionales con los flagstores de las marcas globales. Mientras otras ciudades europeas pierden fuelle cultural, pierden turistas y privatiza sus contenedores culturales, Lisboa apuesta por la cultura (el diseño, la arquitectura y otras manifestaciones artísticas) como vector económico y atracción turística, apoyando múltiples eventos, compartiendo conocimiento y talento con una clara visión de futuro.

• La Torre de Belem, lugar emblemático lisboeta.

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