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Tblisi, destino turístico emergente del Cáucaso.
7 octubre 2024A Tiflis o Tbilisi como la llaman en georgiano se le perdona el caos circulatorio, la locura de coches, las aceras maltrechas, calles ruinosas en contraste con edificios modernos y de cristal sacados de cualquier película futurista. Y es que es de esas capitales entrañables que te acaba conquistando. Llegué este pasado 2 de agosto con expectativas bajas y terminé encantado con su ambientillo, su vivacidad y esa mezcla de culturas y continentes.
Hay muchos planes que hacer y qué ver en Tiflis. Podemos comenzar caminando por la Avenida Rustaveli hasta la plaza de la Libertad. Es la arteria principal de Tiflis, con un montón de museos, tiendas, hoteles y cafeterías… Llena de vida. En sus amplias aceras, edificios tan icónicos como el Parlamento de Georgia, el MoMA Tbilisi o el Museo Nacional de Georgia, el edificio de la Ópera de Tbilisi… Que por fuera su arquitectura oriental recuerda a la Gran Sinagoga de Budapest.
En la plaza de la Libertad, en cuyo centro se alza un obelisco dedicado a San Jorge, patrón de Georgia. El centro histórico se puede recorrer caminando aunque aviso que subir a la fortaleza, jardín botánico y después cruzar el río hasta la Catedral de la Santísima Trinidad es una buena pateada. Así que calzado cómodo para superar las cuestas. Hay metro y también un funicular desde el parque Rike, junto al puente de la Paz, que sube al mirador de la Kartlis Deda, la madre de patria georgiana. Otra opción es usar la aplicación de bolt, el uber del Europa del Este, barato y cómodo.
Tbilisi es una amalgama de pueblos, culturas, edificios e historias que conviven en armonía tras pasar por épocas más o menos convulsas como la era soviética o el desplome de la URSS. Nada como callejear por las travesías alrededor de la iglesia de St. George para descubrir esta miscelánea. Uno de los rincones más pintorescos (e instagrammeables) que ver en Tbilisi es esta pequeña plaza en el casco histórico donde se alza una torre torcida, hecha como a pedazos, con un reloj enorme. Los (pocos) turistas se congregan a sus pies para ver cómo marcan las horas unos títeres, y es que bajo el reloj hay un pequeño teatro de marionetas.
A unos pasos de la torre del Reloj se encuentra el templo más antiguo que ver en Tiflis: la Basílica de Anchisjati de Santa María, datada en el siglo VI. Y es que Georgia fue uno de los primeros territorios en abrazar el cristianismo del mundo. Según las viejas crónicas georgianas, la mandó construir el rey Dachi de Iberia allá por el año 534, tras haber establecido en Tiflis la capital de su reino. Otro templo ortodoxo que visitar en Tbilisi sí o sí es la antigua catedral, antes de construirse la moderna, en la otra orilla del río en 2004. La Catedral de Zión o Sioni hace referencia al monte Sión en Jerusalén.
El edificio actual es del medievo -siglo XIII- ya que la anterior del siglo VII fue destruida en varias invasiones extranjeras y tuvo que ser reconstruida varias veces. El interior es espléndido: haces de luz penetran por las ventanas, iluminando la cúpula con el Pantocrátor en dorado y en azul, las bóvedas de cielo azul con estrellas… Difícil no sucumbir a su encanto. Si volvemos a bajar al nivel del río, de nuevo en Old Tbilisi, podemos visitar el antiguo barrio turco, con baños sulfurosos y termas privadas.
Abanotubani en georgiano significa literalmente «distrito de los baños». Cuenta la leyenda que aquí cayó el halcón del rey Vajtang cuando estaba cazando: yendo en su búsqueda descubrió aguas termales, lo que propició fundar una ciudad. Es un pintoresco distrito con casas de madera, cúpulas de ladrillo y fachadas de azulejos, con un exótico toque oriental. Los baños se pueden usar por los turistas, previa reserva.
La Catedral de la Santísima Trinidad de Tiflis con su colosal estructura coronada por una cúpula dorada es visible desde casi toda la ciudad. No sólo porque sea la tercera catedral ortodoxa más alta del mundo; también porque se ubica en la parte más alta de la colina de Elia. Su construcción a finales del siglo XX se planteó como una conmemoración: los 2.000 años del nacimiento de Jesucristo y los 1500 años de la iglesia georgiana. Este ambicioso proyecto vio la luz a principios del siglo XXI, contentando a muchos y levantando las críticas de otros ciudadanos, que consideran tal catedral «una monstruosidad». En cualquier caso, no nos podemos ir de Tibilisi sin visitar la nueva catedral.
Algo obligatorio que hacer en Tiflis es subir a la fortaleza de Narikala. Dominando los tejados de Tbilisi y el curso del río Kura se alza el castillo. Construido en los albores de la ciudad, fue ampliada y reconstruida por los diferentes pueblos que han pasado por Tbilisi: georgianos, omeyas, persas y mongoles. Todo un icono de la ciudad aunque hoy sólo quedan sus muros guardando la pequeña iglesia de San Nicolás. Merece la pena por las vistas.
Mi última recomendación es el Parque Rike. Una de las zonas que más contrastes ofrecen entre la vieja y nueva Tiflis es este parque. Por sus construcciones extravagantes y modernistas, con futuristas edificios de cristal. Y el puente de la Paz. Inaugurado en 2010 con un rompedor diseño, literalmente une Old Tbilisi con el nuevo distrito. Todo un símbolo de la renovación de la capital georgiana que mira con energía al futuro, buscando ser parte de la UE (y esperemos que lo consiga después de las elecciones de este mes de octubre).
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